30 minutos más tarde de la hora prevista llegué a El Perro y la Galleta, un restaurante que se encuentra en frente de El retiro, en Madrid. Había oído mucho hablar de el, y me apetecía conocerlo… pero esta vez de lo que disfruté realmente fue de la compañía.
Todo surgió a raíz de una foto publicada en IG, en la que comenté que me apetecía mucho ir, y así de la nada (bueno… de Instagram) surgió un estupendo plan de desayunar con Esther e Isabelle.
Este tipo de quedadas que surgen de la sintonía y conexión que hay en Instagram, a veces resultan mágicas…. y para mi, desde luego lo fue. Hablar de proyectos, de ideas, de experiencias con gente a la que estás unida única y exclusivamente a través de la red… es de lo más enriquecedor!
Sus opiniones, sus comentarios, que algunos incluso escribí para releer y acordarme… todavía resuenan en mi cabeza… «Poder de autenticidad», «ser fiel a uno mismo», «Vivir!», «de corazón a corazón»… son algunas de las anotaciones que tengo en aquel papel que encontré en el bolso de milagro! Los cambios… ay! los cambios! Isabelle cuánto sabes de esto…!!!! no quiero perderte la pista…
Es todo un lujo rodearte de creatividad, de entusiamo, de sueños, de energía. Para mi ellas resultaron ser unas expertas en esto, crear, soñar… y me fui de aquel desayuno con una sonrisa y con la sensación de haberme contagiado un poco de ese espíruto que irradiaban las dos. ¡¡¡ Qué privilegiada mi sentí porque me hicieran un hueco en aquel desayuno!!
Mi café y mis tostadas de tomate y aceite me supieron a mucho más de lo habitual. En parte, estoy segura, gracias al local… pero creo que tendré que repetir para seguir probando cosas de su carta que tenía una pinta estupenda…! Pero aquellas tostadas alimentaron mi alma.
Hasta pronto!!
Esther también ha escrito sobre este desayuno… por si queréis conocer sus impresiones!